Abrir un sitio web o cómo escribir un cuento

 

Publicada nuestra novela, será momento de promoverla para que su difusión sea más extensa. Múltiples métodos han surgido para este propósito. Existen las maneras tradicionales de promover una obra literaria, como son los anuncios en letreros espectaculares, como la propaganda en periódicos y revistas, como las visitas organizadas del escritor a renombradas librerías, como las presentaciones públicas del autor y su trabajo. Existen también los surgidos tras la revolución informática como la publicidad en buscadores de internet, como los anuncios en redes sociales, como los blogs de opinión. Yo elegí abrir sitios web y llenarlos de cuentos. Me pareció la mejor manera de dar a conocer mi trabajo, mis ideas y el estilo de mi pluma.

 

Muchos proveedores de hospedaje web están disponibles en la red. Yo trabajo con webnode, weebly, wix y jimdo. En tales negocios es posible adquirir un rincón de internet con las suficientes capacidades para alojar decenas de páginas electrónicas. Todos ellos ofrecen, con el objeto de atraer más prospectos de cliente, esquemas gratuitos con el mínimo de funcionalidad y el mínimo de capacidades de alojamiento en disco y ancho de banda. Los proveedores cuentan, por supuesto, con esquemas más avanzados para aquellos usuarios que desean adquirir funcionalidades o capacidades adicionales. Uno de tales servicios agregados consiste en adquirir para el cliente y ligar al rincón web una dirección personalizada del sitio. La mía es "cortesramondx.com". Otros esquemas contemplan facilidades para crear tiendas virtuales y foros de discusión. Abrir una cuenta en uno de tales proveedores de hospedaje es tan sencillo como abrirla en un servidor de correo electrónico. Una vez dentro, el cliente habrá de aprender por sí solo, guiado únicamente por los tutoriales y la asistencia técnica del proveedor, el cómo y el arte de crear una página digital atractiva.

 

Escribo cuentos desde la adolescencia. Escuchar de otros cómo deben hacerse las cosas me disgusta y me disgustará siempre. Sin embargo nunca he echado en saco roto los consejos que me regalan las personas. Tal vez por causa del malestar que me provocan esas orientaciones, se quedan en mi memoria y brincan la siguiente vez que vienen al caso. Así es como he aprendido que los cuentos, los reportes técnicos, los documentos legales y casi cualquier escrito que se redacte deben llevar una introducción, un desarrollo y una conclusión. En la introducción se anotan los antecedentes que ubican al lector dentro del asunto que se tratará. En el desarrollo, generalmente el más gordo de los tres, se expresa el meollo de la cuestión. En la conclusión se rebela el resultado de lo expuesto, el detalle final, la idea cumbre, las frases que redondean el planteamiento. Tal vez es por esto que me he enamorado de las novelas. En ellas, aunque esta estructura de introducción-desarrollo-conclusión aún existe, el escritor tiene las manos libres para torcerla a su antojo.

 

Si los cuentos no son del gusto del nuevo escribiente; pero la idea de abrir un sitio web le ha seducido, le recomiendo entonces considerar llenarlo de listas de frases ingeniosas o sabias, sea que hayan sido incluidas en el libro o no. Fragmentos seleccionados de la novela también podrían ser una alternativa para el contenido de su rincón en internet. Anécdotas de la propia biografía, creo que, pueden ser igualmente atractivas para los potenciales lectores. Y supongo que prácticamente cualquier tema que se elija, con tal de que sea plasmado con dedicación y buen afán.