Qué hacer después de la palabra FIN o trucos para revisar efectivamente

 

El estilo y la redacción son otras de las tareas arduas. Al leer un texto, el escritor siempre entiende lo que quiso decir. Sin embargo, puede no ocurrir lo mismo con el lector. Puede suceder que quien lee construya una idea diferente en su cabeza. La responsabilidad de que el mensaje se transfiera fidedignamente del escritor al lector es el revisor de estilo. Me ocurre con frecuencia que redacto de manera rebuscada. Suelo escribir: "La casa colindaba con el precipicio; a través de sus ventanas se miraba un horizonte sin obstáculos con una bella puesta de Sol en dorados colores que semejaban una pintura." Es equivalente escribir: "La casa colindaba con el precipicio. Sus ventanas miraban hacia un horizonte sin obstáculos. Una bella puesta de Sol en dorados colores semejaba una pintura." Es más fácil para un lector crear una imagen a partir de varias oraciones independientes que tratar de desenmarañar un complejo enunciado. La profesora que me enseñó a redactar, siendo inglesa, prefería siempre la segunda forma. Yo personalmente, siendo yo, tiendo a la primera forma. Pero luego recordando a mi profesora, busco desenmarañar mis enunciados complejos. Aunque de vez en cuando dejo alguno para ponerle sal y pimienta al guiso.

 

Otra de las alteraciones en un texto que afectan únicamente a la apreciación estética del libro es el espaciado excesivo entre las palabras en un renglón. En la edición de libros impresos, este es un defecto que se corrige fácilmente por medio de la silabación de las palabras. Quebrar la primera palabra del siguiente renglón a aquel que muestra espaciado excesivo es la solución más rápida y más aconsejable. En aquellos libros cuya divulgación será digital, la silabación no es una solución para este problema. Resulta que la longitud de los renglones varía según el ancho de la pantalla y el tamaño de la letra que elija el lector en su dispositivo. El renglón que resultará con espaciado excesivo en un dispositivo no lo será en otro. Mis novelas no utilizan la silabación por esa razón. Sin embargo para mantener una presentación estética en el formato impreso, sí realizo correcciones remplazando palabras por sinónimos o modificando la redacción de las oraciones para eliminar los espaciados excesivos, nunca utilizando silabación.

 

Los autores hispanos para conmutar entre el diálogo de un personaje y la explicación del narrador, utilizan un guion antes de la siguiente palabra. Ese guion significa: conmutación. El lector comprende que si está leyendo la narración del autor y encuentra un guion, generalmente al inicio de un párrafo, eso significa que ahora lee lo que dijo un personaje. Si luego vuelve a encontrar un guion significa entonces que el lector lidia ahora nuevamente con la narración del escritor. Los autores anglosajones utilizan en cambio, comillas. Una o dos comillas según el gusto del escritor, delimitan el diálogo de un personaje. Yo utilizo guiones, pero lo hago como los autores anglosajones abriendo y cerrando para delimitar el diálogo del personaje. Utilizo las comillas cuando dentro del diálogo de un personaje se habla de lo expresado por otro.

 

Los signos de puntuación han sido siempre mi mayor dificultad. Sabiendo esto, mi hermana Patricia me regaló un libro de un curso sobre puntuación gramatical. A pesar de haber cubierto la mayoría de los ejercicios de ese curso, mi puntuación no consiguió la calidad deseada. Tras varios experimentos, descubrí un truco que, con gusto, regalo al aprendiz de escribiente. La puntuación correcta surge, por sí sola, cuando leo mis escritos en voz alta. Otra treta más, que ofrezco gratuitamente al interesado en la autopublicación, es la siguiente: descubrí que al revisar mi documento para realizar cualquiera de las revisiones que he mencionado me enganchó de inmediato con la trama y dejo de escudriñar por los errores. El truco consiste, entonces, en leer el libro, párrafo por párrafo, pero del final hacia el principio.