Comenzaron los fuegos artificiales o soñé que soñaba

Cuando concluimos el último semestre de estudios en la escuela superior, aún debíamos cumplir con los trabajos del servicio social, las prácticas profesionales y la tesis antes de poder considerarnos ingenieros según estipulaban los estatutos académicos. Sin embargo, postergando tales deberes, mis compañeros y yo decidimos realizar un viaje de prácticas para visitar la estación rastreadora de Guaymas, la termoeléctrica de Ensenada y, también, cruzar la frontera y conocer California. Gratos recuerdos quedaron de aquel viaje y mi cabeza los mezcló con otras experiencias en este sueño de una noche de año nuevo en que soñé que soñaba.

Comenzaron los juegos pirotécnicos, al cielo fueron llegando gigantescos salpicones de brillantes curvas cónicas. Se fueron creando flores multicolores con pétalos delineados por esbeltos destellos. Desaparecían las más bellas y una nueva con intención de desafiar las primacías anteriores comenzaba a tomar forma. Yo miraba arrobado el espectáculo procurando que la quijada inferior no se me colgara; mis compañeros de viaje también miraban. Nos encontrábamos en un parque de diversiones en California. Era cerca de la medianoche, pero no me molesté en confirmarlo en ningún reloj cercano. Me dije, o les dije no lo recuerdo, que no era la primera vez que veía fuegos artificiales en una noche de año nuevo. La otra la pasé con mi esposa en, en… pero esperen un momento, recapacité, cuando estuve en California, cuando visité aquel parque con mis condiscípulos de la escuela, yo aún no me había casado, yo aún no pretendía hacerlo. En los tiempos de aquel viaje ya conocía yo a Guadalupe. Ya había preparado un plan maestro para abordarla, pero aún no había decidido pedirle que se convirtiera en mi esposa. Fue entonces que cobré consciencia de que estaba soñando.

Necesariamente para que un individuo pueda encontrarse en posibilidades de identificar durante el sueño que existe distorsión en la secuencia de los eventos o que los eventos son recuerdos de la propia historia, para que un sueño contenga descripciones atinadas del lugar donde uno se encuentra dormido o datos de fechas y nombres correctos es indispensable que al menos uno de los hemisferios del cerebro se encuentre alerta. Me ha ocurrido en varias ocasiones. No son sueños apacibles y me cuesta mucho trabajo despertar, pero son experiencias muy interesantes que, considero, vale la pena narrar. Los sueños intranquilos o complejos como éste dejan en mis recuerdos una mayor huella. Ellos son más fáciles de recordar.